Yoga integral
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Practicar yoga en la hora dorada, al alba, cuando el mundo aún duerme y el primer rayo de sol acaricia el horizonte, es un acto de profunda conexión con nuestra parte más íntima y espiritual. En este momento sagrado, el silencio exterior refleja el silencio interior que buscamos, y el cuerpo, todavía tranquilo tras el descanso nocturno, se convierte en el vehículo perfecto para explorar el universo que habita dentro de nosotros.
La magia de la madrugada:
El amanecer es un instante lleno de energía renovadora. El aire es más puro, el entorno más sereno, y hay una quietud que nos invita a ser parte de algo más grande. Es una hora en la que la naturaleza parece respirar en calma, y nuestras mentes, libres aún de las preocupaciones del día, están receptivas para sintonizar con la paz interior. Practicar yoga en esta hora no solo prepara nuestro cuerpo para el día, sino que también despierta el alma, alineándola con el ciclo natural de la vida.
El cuerpo como templo:
En yoga, el cuerpo no es solo una estructura física, sino un templo sagrado que contiene la esencia de quienes somos. Cuando practicamos yoga a primera hora del día, estamos respetando este templo, despertándolo suavemente, estirando sus posibilidades y sintiendo cada respiración como un acto de devoción. Los movimientos fluidos y conscientes nos recuerdan que nuestro cuerpo es el medio a través del cual podemos alcanzar estados más elevados de conciencia. El estiramiento de cada músculo, la quietud en cada postura y el flujo de la respiración son, en esencia, un acto de oración a nuestro ser interior.
Conectar con lo divino:
En la calma de la madrugada, el yoga se convierte en un puente hacia lo divino. No se trata solo de las posturas, sino de la unión que sentimos entre nuestro cuerpo, mente y espíritu. Cada inhalación nos llena de energía vital, y cada exhalación nos libera de cargas innecesarias. Es en este espacio donde nos encontramos con nuestra parte más íntima, esa que a menudo olvidamos en el caos cotidiano. La práctica en el alba es un recordatorio de nuestra esencia espiritual, de esa chispa divina que todos llevamos dentro y que busca expresarse en cada movimiento consciente.
¿Por qué practicamos yoga?
El yoga no es solo una serie de posturas o ejercicios físicos. Lo practicamos para recordar quiénes somos, para silenciar el ruido externo y escuchar la voz suave que habita en nuestro corazón. Lo hacemos para encontrar equilibrio en medio de la vida, para volver al centro cuando todo a nuestro alrededor parece estar en movimiento. Practicamos yoga para honrar nuestra existencia, para recordarnos que somos más que pensamientos, emociones o experiencias; somos seres en constante expansión, en constante despertar.
Al practicar yoga al alba, estamos abrazando la belleza de un nuevo comienzo, permitiendo que cada amanecer no solo ilumine el mundo exterior, sino también el universo que llevamos dentro. Es una danza entre el cuerpo y el espíritu, un ritual íntimo que nos conecta con nuestra esencia mas pura, esa que a veces queda oculta bajo las capas de lo mundano. En cada postura, en cada respiración, recordamos la verdadera razón por la que practicamos yoga: para ser uno con el todo, para ser uno con nosotros mismos.
PRECIO
Una sesión a la semana: 30€ mes
Dos sesiones a la semaan: 44€ mes