Me gusta llamar a Noviembre el mes del Pranayama. El mes de la acción de respirar. Es el mes de la brisa infinita. La disminución de la luz nos invita al recogimiento y este mes en concreto es donde apreciamos el contraste de la temperatura. La piel se estremece, y nuestros órganos y pulmones se contraen. Acompañar a este proceso con el flujo vital, nos permite que el cambio sea amable y que nuestro cuerpo vital, emocional y mental se encuentren fuertes y estables. El Pranayama es el puente o la vía a la introducción en la meditación. Paralelamente podemos decir, que noviembre es el mes que nos acerca a Diciembre, al mes de la meditación. En la práctica del Yoga sabemos y reconocemos la gran importancia que tiene el Pranayama, pero a través de este mensaje, me gustaría poder exponer y compartir a través de la palabra y del sentimiento que este lleva, lo que significa el Pranayama más allá de la acción de respirar. He querido bautizar a esta fantástica y milagrosa acción de respirar, como la brisa infinita. Cuando practicamos y ya tenemos un dominio de la práctica o por lo menos nos vamos acercando a ella gracias a la experiencia, a las infinitas veces que la ponemos en práctica y por el hábito tan saludable y armonioso que se crea, comprendemos que esa energía generada, atendida o controlada viene del infinito. Procede de la fuente eterna y nos invita a relacionarnos con nuestra savia interna. La inhalación entra como una danza cósmica invisible a la vista de los ojos, pero brillante y dorada a la vista de el alma. Podemos jugar con este aire, con esta corriente, de múltiples maneras, en forma de espiral, como fuego que rueda y que entre el cuerpo y el éter se queda o como un arroyo que todo lo llena. La respiración se vuelve un arte sagrado, un flujo eterno y entrelazado, un suspiro que une y una voz que implora. Esta magia tiene la habilidad de desnudarnos, de dejar ir toda idea creada de lo que somos y de hacernos permanecer en silencio e iniciar nuestro camino hacia un sendero acompañados de una brisa infinita que se acerca más al misterio de la Vida. Con Amor, Mireya |