Querid@s lectores, hoy vengo con esta poderosa frase que invita a reflexionar sobre la relación entre la búsqueda constante de poder, riqueza o éxito, y el estado de tranquilidad interior. Esta búsqueda nos nace a todos, incluso de la forma más sutil cuando queremos o necesitamos ser vistos por los demás. Un tema que roza e incluso ahonda muchas heridas. 

La ambición, en su forma más intensa y desmedida, genera estrés, conflictos, ansiedad y una sensación de insatisfacción constante, ya que un@ siempre quiere más y nunca está completamente satisfech@. Este tipo de ambición nos ciega y sin darnos cuenta nos encontramos en un estado de competencia y codicia.

En su forma más sutil pero igual de destructora se encuentra en todo lo que nos rodea, tan cerca como en el propio lenguaje con las frases de “esto es mío, esto es tuyo”. En el camino espiritual la idea de «lo mío» y «lo tuyo» se considera una ilusión creada por el ego, que nos lleva a vivir en un estado de constante comparación, deseo y lucha por obtener más.

Cuando esas barreras caen, surge la posibilidad de experimentar una realidad más amplia.

Cuando se abandona esa ambición desmedida, se abre espacio para la paz interior.El hecho de dejar buscar constantemente más y poder disfrutar del presente, de las cosas simples,  hace que podamos entender la Vida. Tan sencillo como sentirnos afortunad@s por el simple hecho de amanecer un día más y sonreír de alegría mientras nos cepillamos los dientes.

Esto no significa que toda ambición sea negativa, debemos de aspirar a mejorar o alcanzar metas pero sin separarnos de los demás ni de nuestra verdadera naturaleza. Esto es gran parte del crecimiento personal. Sin embargo, cuando no disfrutamos de lo que ya tenemos y el foco esta en querer más nos aleja de la humanidad y de nosotr@s mism@s.

Por ello en la espiritualidad, muchas tradiciones o métodos como el Yoga destacan la importancia de la moderación y el desapego de los deseos materiales para alcanzar la paz. En la Bhagavad Gita nos habla de la importancia de actuar sin apego a los frutos de nuestras acciones. Esta idea de «karma yoga» sugiere que la verdadera paz y el crecimiento espiritual llegan cuando uno realiza sus deberes con devoción y sin ambición personal. El enfoque se pone en el servicio desinteresado y en el desapego de los resultados, lo que libera al individuo de las cadenas de la ambición y el deseo.

Cuanto termina la ambición, comienza la Paz en el corazón.

Con Amor,

Mireya